Una Blancanieves interpretada por la Stewart (sí, vamos muchísssssssimo más guapa que Charlize Theron. Dónde va a parar, hombre! [ironía off]) con su habitual cara de estreñida que no cambia ni cuando la hacen reina.
Un caballo blanco que aparece porque sí y una niñita que se ha pasado la vida encerrada en una torre y sabe montar mejor que cualquier jinete experimentado.
Un alce/oráculo blanco con árboles en la cabeza (copia descaradísima de La Princesa Mononoke) que se muere sin venir a cuento, tal y como apareció.
Una Blancanieves que resulta que es la elegida, el mesías que va a salvar a la humanidad, una Neo de la Edad Media y que cual Juana de Arco/Aragorn de pacotilla arenga a sus tropas hacia una batalla ridícula en la que al igual que los 300 espartanos, solo que en este caso siendo unos mindundis sin sangre, ganan a todo un ejército controlado por una malvada reina que se supone que tiene poderes maravillosos. Reina que aun sabiendo que la piltrafilla de Blancanieves era la única que podía acabar con ella, decide no matarla (vete tú a saber por qué) y la encierra en una torre. Reina que consigue vencer a todo el que se le pone por delante pero que resulta que es tan tonta que se deja clavar un cuchillito y la palma, así sin más.
Ainsss podría seguir, pero ¿para qué?
Solo destaco dos puntos buenos: los efectos especiales (que a día de hoy tampoco es que sea para tanto) y el vestuario de Charlize Theron que me ha parecido una maravilla.